Los que por alguna razón leen

jueves, 16 de septiembre de 2010

Culpables.




Las cosas ya no marchan…
Ganas… ¡…ya no tengo!
Sólo déjame solo
Y si tú quieres, cuando se me pase…
…seguiremos juntos nuestro camino

¿Qué si para entonces ya no quieres?
- entonces la culpa en mía...
Y si ya no vuelve a mí el deseo de tenerte:
¡La responsabilidad es tuya!

De una u otra forma
Somos responsables: de la pena,
De las alegrías, de nuestras vidas ajenas,
De que la monotonía se mezclara
Y cambiara, su horma, nuestro amor.

Frías noches de calor, soportamos.
Se aleja el invierno y mi corazón se lleva.

Las cosas ya no marchan.
¡Ganas ya no tengo!
Fuerzas no me quedan…
¡…para cargar con el peso de la culpa!

Culpa que desgasta,
Culpa que devasta,
Culpa que trastorna,
Culpa nefasta.

Fuerzas, no te quedan,
Ganas ya no tienes.
Las cosas ya no marchan.
Sólo te dejaré sola
Y si lo deseo, cuando se te pase…
…seguiremos juntos nuestro camino.

Propenso estoy a perderte por siempre.
A no volver a disfrutar
De un amanecer en tu frente.

Se desvaneció el aroma del deseo,
Pesan las caricias
Y la lengua tiene un filo penetrante;
Punza el corazón y mi alma mancha
De muerte mi espíritu.

Ahora ya estoy seco
Como araña embalsamada
Detrás de un cuadro lleno de polvo.
Cuyo soplido del viento la arranca,
La deja a la deriva, revoloteando, sin destino.

martes, 14 de septiembre de 2010

La Danza Del Tormento.



El sudor corre por las sienes mientras que el corazón late descontroladamente.
Largo y gris es el camino recorrido; sombras,
Danzan a su alrededor sin dar tregua a su fervor (corre raudo por el camino de la vida, agobiado).
La oscuridad es tal… las pupilas ya estallan.
La danza cesa… el corazón no para, la angustia de lo retorcido no decae…
Mientras, atormentado y de rodillas en el centro del abismo
El andante cae. ¡Aterrador es el repentino silencio!
Cuando la oscuridad parece ser la compañera, la consoladora, vuelven los danzantes con sus danzas retorcidas y
Escabrosas que atormentan al triste corredor, mostrándole todas las alevosías, con su característico fervor.

En el fondo… como en aquel umbral que lleva al cielo a los espíritus errantes,
Se encuentra el término de la danza y el comienzo de una vida gratificante.
La ilusión se desvanece, la danza le persigue; corre y no lo deja.
Las fuerzas faltan y el alimento escasea… a un costado,
Un vaso con lágrimas y un plato lleno de dudas en una bandeja.
De hoy, Esa es la merienda.

¡Risas y gritos saturan sus oídos!
¡Risas y aullidos resuenan en su mente!
¡Llanto y lagrimas hay en sus ojos idos!
¡Llanto y lagrimas, inundan su corazón carente!

La preocupación le invade y contamina todo.
Todo lo pudre y todo lo consume…

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Reto, Consejo y Advertencia.






Sufrir por la vida desdichada
Es vivir sin visión en el presente
Es sumirse en el corazón carente
Y no ver que la vida puede ser mejor...
... que lo que el pasado te presente....

Piensa en un futuro... ¡Pero que sea a corto plazo...!
Piensa como un ser maduro...
¡Para que las consecuencias no te hagan pedazos...!

¡Fácil es, para ti hablar y aconsejar…! ¡Mente insensata!
Por que no eres la que siente, como mi aflicción se desata.


¡Ya no eres corazón de niño…! si no que de hombre.
Así que compórtate como tal… como lo que eres,
¡Como el corazón de hombre!

Ese que trabaja en conjunto con su mente
Y que juntos hacen un equipo…
Un equipo maduro y consiente,
Un equipo que se preocupa de su vida
Y de la vida de su gente.

Deja ya de sumergirte en tu
Desdicha
Y trabaja conmigo, para que tengas
Pronto una nueva dicha.

Levántate de ese piso imaginario
Que haz construido con dolor
Y comienza ya con tu labor.

Trabajemos juntos para que
No pierdas a tu gente: es ahí
Cuando de amor, estarás
Realmente carente…

En ese momento, ya harto estaré de ti
Y comenzaras a perder la cordura…
Es cuando yo, la razón me alejaré y
Te dejaré solo con tu locura...

lunes, 6 de septiembre de 2010

María



Caminábamos con María por el paseo central, platicábamos de la vida, de lo difícil que era en algunas cosas.
Nos detuvimos a mirar uno jeans en una tienda, cuando de pronto escuchamos el eco de un fuerte disparo, a unos metros de nosotros.
Dos tipos de capucha negra con sólo los ojos descubiertos disparaban al aire y gritaban:
- ¡Al suelo todo el mundo…!
María se quedó paralizada, mientras yo tiraba de su mano, tratando de que se tendiese en el suelo a mi lado.

Por un segundo se me cerraron los ojos y al abrirlos vi como ella caía al suelo, su rostro quedo frente al mío, con su mirada ida, llena de terror y su cuerpo, tendido al fin y al cabo. La sangre corría del agujero de su frente.

El terror me tomo como su prisionero, los ojos se me nublaron y la cascada de lagrimas fue imparable, el cuerpo me temblaba y las manos me sudaban. Me cubrí el rostro con los brazos.
Unos nuevos gritos se escucharon:
- ¡Al suelo, todos al suelo! - ¡O quedarán como esta!
Vi a otros dos tipos salir de la tienda de zapatos que estaba unos cuantos metros más allá, cerca del asesino.
Miraron a todos lados y se perdieron en los pacillos del fondo.

A lo lejos nuevos disparos resonaron el todo el lugar y nuevamente el silencio reinó.