¡Despierta- despierta! – escuchaba de forma lejana una voz que le hablaba, sumido aún en la oscuridad de su inconciencia.
El muchacho no tenía noción de nada.
Abrió sus ojos de forma lenta y borrosamente vio un grupo de que le rodeaba.
Hagan espacio, dejen que tome aire, decía un hombre que estaba por sobre el muchacho.
Resiste, le alentaba una muchacha que estaba arrodillada a su derecha.
El ruido de los coches y los bocinados de los buses no cesaban ante el acontecimiento.
Un muchacho de unos 20 años de edad dijo: se llama, José Pablo Tomson Vergara, mientras sostenía sus documentos en sus manos.
José trato de sentarse, pero la cabeza le dolía muchísimo, todo se movía, le daba vueltas de forma lenta, el cuchucheo de la muchedumbre, el ruido de los vehículos, la bulla lo desorientaba. Comenzó a desvanecerse, dando paso a un sórdido ruido en sus oídos que abombaba su cabeza, los parpados comenzaron a pesarle y la oscuridad poco a poco fue ganando su lugar…
José -José, le decía yo en la profundidad de su inconciencia. Pero no me contestaba…
Al cabo del tercer día abrió sus ojos… … confundido pregunto al tipo de bata blanca que estaba frente a el.
¿Donde estoy, cómo llegue aquí?
¿NO recuerdas nada? – pregunto el joven.
Sólo recuerdo que caminaba por la calle, creo haber peleado con mi chica… pero no estoy seguro doctor.
Con una risotada que hasta a mí me dejo perplejo, se apunto el pecho con su dedo índice y le dijo a José:
Lo lamento amigo, solo soy un enfermero, el doctor es el señor que se ve junto al mesón, pasando la mampara. Mientras apuntaba a las afueras de la habitación en la que se encontraba José.
¡Rayos! Exclamo el tipo, son las 15:00 hrs., protesto… debo irme. Me llamo Tomas, grito al tiempo que corría por el pasillo.
El doctor era un caballero de pies a cabeza, de estatura media y contextura delgada, y en sus cabellos se notaba que ya era avanzado en edad.
Al llegar a la habitación, tomo una ficha que colgaba de la camilla de José y comenzó diciendo:
Don José Tomsom: 28 años, 1.80 de estatura, peso 80 kg. Nacionalidad chilena, soltero, vive con sus tíos: Juan y Alis y tiene una hermana.
En su bata decía Dr. Roberto Tapia.
Eh… …motivo de hospitalización dijo para seguir con su cátedra… Sobredosis etílica y consumo de drogas tales como LSD. Marihuana.
Datos relevantes del paciente:
Nacido en Santiago. Hijo de padres chilenos. A los 15 años fue internado en un centro de rehabilitación del céname por adicción al LSD, la cocaína y la marihuana. Además diagnosticas alcoholismo en su fase inicial.
Estado físico del paciente: ingresa con evidentes síntomas de adicción; temblores, convulsiones, alteraciones en el estado anímico y repentinos ataques de ira.
A los 2 meses de ingresado se comienza a notar cambios positivos en el paciente aun no quiere ingresar a ningún taller, pero no demuestra rebeldía en el tratamiento. Cesan los temblores, los ataques de ira son cada vez mas aislados, no manifiesta deseo alguno de ingerir alcohol. A los 3 meses ingresa a un taller de mueblería. Hasta el momento han cesado los ataques de ira y presenta una buena conducta. Paciente retraído, introvertido y de muy pocos amigos. En todo este tiempo sólo lo han venido a visitar sus padres a los que recibe de muy mala gana.
Al sexto mes aparece una nueva crisis de ira por no poder ingerir LSD, se mantiene sedado por 2 días. Reaparecen los deseos de consumir drogas, es sorprendido borracho con una botella de Ron en su cuarto…
Esta conducta se prolonga por el resto de su estancia en el centro.
Estuvo desaparecido del sistema hasta los 20 años cuando es sorprendido por personal de la PDI vendiendo marihuana en el parque forestal el día de la fiesta de la cultura. Le incautaron 40 papeles. Fue procesado y sentenciado a 7 años de presidio. Consigue libertad condicional cuando le faltaban 6 meses para terminar su pena por tener buena conducta.
Desde entonces ha tenido 2 hospitalizaciones por sobredosis de drogas y alcohol. También tuvo un intento de suicidio.
No presenta problemas de diabetes, asma mí nada de eso. No tiene secuelas producto del golpe, ni secuelas cardíacas.
El doctor hablaba de forma rápida y un poco desordenada.
En su rostro no hubo expresión de asombro, como si el caso de José, fuese más común de lo que se cree… (Cosa que está en lo cierto)¡No lo sabré yo…!
Sólo presenta unos cuantos hematomas en el hombro y brazo, prosiguió el doctor luego de una breve pausa, sabe amigo usted esta físicamente en aceptables condiciones, pero es mi deber derivarlo a un psiquiatra
José trato de mover su brazo, pero le dolió tanto que no pudo reprimir el grito
Tranquilo, tranquilo, deberá traer puesto un canastillo a lo menos un mes – dijo El doctor Tapia.
¿Para que estas aquí nuevamente? le pregunte a José, pero ¿por que pasar nuevamente por esto? Acaso no te cansas de sufrir, le dije… Termina ya con esto de una vez.
La voz de doctor paso a segundo plano, tan así que ni siquiera le presto atención a lo que le recetó para los dolores.
José guardó silencio y espero a que el doctor se retirara de la habitación.
Una vez solos, José me decía entre dientes, que lo dejara solo, que hasta cuando lo molestaría, que por que no me iba y yo le dije:
Si hubieses hecho las cosas como yo te las había dicho hace un año esto no estaría sucediendo nuevamente.
¡Ah…! Quiero paz me grito de forma repentina, lleno de ira: no estoy de ánimos de prestarte atención, sólo quiero que esto se acabe, quiero dejar de culparme por todo, quiero, sólo obtener esa tranquilidad absoluta que tanto anhelo.
Me escondí, no pronuncie palabra alguna.
José trato de acomodarse de medio lado sin cargar su brazo ni su hombro dañado, cerró sus ojos y lo deje conciliar el sueño.
Pasaron once horas desde que se sumergió en su delicado descanso.
Tic-tac-tic-tac-tic-tac hacia el reloj mural de la habitación que estaba colgado a la cabecera de la cama. Marcaba las 03:00 AM cuando deje escapar una risotada que no pude contener… ¡al psiquiátrico! le dije a José.
Si, creo que si, me respondió medio dormido.
Te conozco desde los quince y bien sabemos que durará unos cuantos meses y te cansas de toda esa farsa de la rehabilitación.
¿Qué me pasa? se pregunto, ¿aun hablo solo? Como si no me reconociera… ¡Creo que trataba de ignorarme!
JAJAJAJA… que buena forma de ignorarme.- Me reprochó.
Por favor, deja de pensar sandeces, le dije al comenzar con mi perorata, no sigas con esto, no te niegues, ahora, después de tantos años, a escucharme… no seas entupido, recuerda que soy el único que te ha prestado atención desde tus quinde años… hoy ya tienes 28 y dime ¿Quién te a prestado más atención que yo?
Respóndeme, quien fue en que te dirigió en la busque de tu liberación cuando sentías todo ese odio hacia tus padres… ¿acaso merecía quedar impune por abusarte en la niñez? NO… Claro que no.
Vamos responde… ¿Quién fue el único que te dijo que hicieras lo que sentías, acaso no fu yo?
Recuerdo que en ese momento, ya no dabas más, estabas desesperado por no saber que hacer y me tomaste toda la atención el mundo. Hiciste las cosas tal como las dije; colocaste los sedantes en el jugo de tu padre, luego de drogado, lo desnudaste y lo amarraste… recuerdo que lo golpeaste por mas de dos horas. Al cabo de una hora después despertó con todo el cuerpo adolorido por la paliza que le habías dado. Sin saber él que pasaba, tomaste el cuchillo de cocina que se usaba para la carne y cortaste su miembro, se lo pusiste en la boca y le dijiste todo lo que sentías, le gritaste la vida de mierda en la que te veías y sólo eso te tranquilizaría.
José comenzó a gritarme, se tapo los oídos como para no escucharme:
¡NO quiero esos recuerdos, me decía…!
Tranquilo, le dije, recuerda como te sentiste después. Me respondió que se sintió mal y yo le dije que eso no era cierto, por que después estuvo feliz por unos cuantos meses, por haberle dado su merecido a ese animalejo con sus propias manos; pero el siguió gritando.
¡Déjame solo, déjame, déjame ya no quiero vivir así!
Ah… pero por favor… sabes que eso es lo mas fácil del mundo… termina con esto, mátate, pero antes déjame decirte algo.
Fuiste tú quién me busco, eras tú el que tenía toda esa ira y buscabas un guía que te digiera como hacer las cosas. Eras tú el que tenía esas atrocidades en la mente, yo sólo te las ordene. Se valiente y termina ya con esto de una vez, ve toma la sonda que esta colgada del suero que esta a tus espaldas y ahórcate; por lo menos tendrás el ultimo y mejor de los orgasmos.
Nuevamente, José comenzó a gritarme, déjame, déjame… lárgate de mi, lárgate… así que me fui.
A la hora y media se escucho un grito en la habitación; ¡Doctor Tapia, Doctor Tapia, ayuda!
Cuando llega el doctor se encontró con el cuerpo de José tendido en la cama y las sonda del suero un extremo amarrado al respaldo de la camilla y el otro sobre el pecho, el estúpido se había ahorcado el mismo.
Vi su melena castaña colgar como manto sobre sus ojos, dejando ver solo parte del iris verde de su ojo izquierdo que se perdía en la nada. Su piel se puso más blanca de lo que ya era. Lógicamente eso los funcionarios no lo notaron
¡Ese era José… uno de los tantos a los que le he hecho compañía en su penosa vida!
Yo ahora me encuentro en la sala de estar del hospital.