Hoy me pesa
El corazón.
El corazón.
Pierdo la razón;
Se distrae mi cabeza.
Me siento un citeriano
Mirando al cielo infinito,
Anhelando un poco de paz.
Por que el, ánimo no da más.
Sólo quiero un poquito…
¡Para este pobre Cristiano!
Ya nada tiene importancia.
Desorientado me doy vueltas
Corriendo como atletas
Arrancando de mi repugnancia.
¡Y es que huelo a muerte y olvido!
En esta ausente presencia.
Ya no tengo paciencia.
Ya no importa lo vivido.
Voy como perro callejero
A sentarme en una esquina,
Le gruño al transeúnte, al viajero
Esperando con ansias mi soledad; mi aspirina.
Soy pájaro asfixiado
Que cuelga el pescuezo
Sin aire ni esfuerzo.
Sin ánimo ni aderezo.
La vida me persigue y me arranco.
Soledad es lo que quiero, oscuridad
Y quizás un poco de llanto.
Esa soledad que me haga desaparecer.
Perecer en el delirio de mi locura.
Esa oscuridad que me ha de estremecer
Por lo macabro de mis deseos.
Ese llanto que drena la rabia contenida,
Que quita el mal sabor del desencanto
Y que apacigua la amargura,
Matando suspiros y jadeos
Dejando solamente el dolor y mí tortura.